mercoledì 25 novembre 2009

El gato y la pregunta



¿Si hay un cielo para los animales, encontrarè ahí los ratones?

Es esta una pregunta difícil de responder. Tal vez el mismo Padre eterno quedaría perplejo ante semejante cuestión. Lo que sí sabemos es que en el cielo, término que se refiere al corazón mismo de Dios, encontraremos todo aquello que aquí, en esta tierra, entre gozos y esperanzas, angustias y sufrimientos, habremos amado y así en cierto modo ya eternizado en este mundo.

Todo aquello que hemos profundamente amado no se habrá perdido. Renovado y diverso nos será concedido. Nada de aquello que hemos acogido, protegido y promovido para que sea más y mejor, será, en el corazón del Amante, realidad sin sentido.

"Amar a otro - decía el filósofo Gabriel Marcel - significa decirle: Tú no moriás nunca, tú nunca dejaras de ser".

No sé si el gato encontrará los ratones, pero cada uno de nosotros encontrará todos los rostros que ha amado, aunque tal amor - porque así les sucede a los seres humanos - no haya concretado el "siempre" que la afectividad por sí misma impone y pide, es decir, aunque el amor haya durado una noche, unos minutos, o unos segundos. Si ha sido sincero, si se ha vivido para hacer que el otro sea en plenitud sí mismo y dejando de lado nuestros mezquinos intereses, pues entonces, ya aquí ese minuto y el otro han sido eternizados.

Encontraremos todo aquello por lo cual cada uno ha donado sí mismo, sin cálculo y sin medida. Todo aquello por lo cual hemos luchado, dando el corazón, la mente y nuestros brazos sin ahorrar esfuerzos y sin segundos fines, estará ahí, en lo que llamamos "cielo", porque la muerte no tiene la última palabra y el verdugo no triunfa definitivamente sobre la víctima.

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