mercoledì 25 novembre 2009

La sabiduría de Confucio



"Es mucho más importante encender una velita que maldecir la oscuridad"
(Confucio - siglo V antes de Cristo)







La tentación de la gramática con la cual decimos lo real, con la cual aprendemos a narrar el mundo y a verbalizar nuestro espacio relacional es expresarse subrayando el mal, lo negativo, la estupidez, la mediocridad y, sobre todo, la locura y la hostilidad que en este mundo parecen ser el ingrediente principal.

No está demás recordar que esta tentación suele enmascarar la conducta de todos aquellos que, detrás de los lamentos, poco o nada hace para cambiar ni siquiera la propia vida, las relaciones intersubjetivas, las circunstancias en las cuales toca actuar, moverse o cotidianamente vivir.

Sabemos que la impotencia y la inercia llevan hacia la chatura, a habituarse a las tinieblas más que a la luz, a despotricar y a mirar con desprecio la vida en general. Nos llevan a una lectura y a una práxis negativa o indiferente y no a mirar con ternura y a participar con empeño generoso en la construcción de un mundo en el cual tenga más espacio la bondad.

Parecería ser una especie de fatalidad que no se puede evitar. De todos modos, muchos lamentos no dejan de ser una manera de tapar o esconder un espíritu débil, cobarde, mezquino, incapaz de salir de sí mismo para vivir una existencia de tipo reciprocante, agápica, donativa o comunional - si se me permite usar tal expresión -.

Y bien, es hora de acentuar la necesidad de encender una vela aunque su luz sea insuficiente para alumbrar el firmamento. Será una chispita pequeña pero no dejará de ser una semilla fructífera y real en el zurco de la historia. Es más, será ella misma "zurco" y nos permitirá caminar mirando y descubriendo tantos dones que la vida da y que, con el ejercicio de la projimidad y una mirada serena, podemos nosotros mismos re-crear, o también crear y alargar, expandir.

El mar, estimado lector, está hecho de un número infinito de pequeñas gotitas. Es ese confluir sin final que revela a nuestros ojos su inmensa grandeza. No nos detengamos solamente a desaprobar, a criticar, a maldecir.

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