martedì 10 novembre 2009

Gramática franciscana

1)Descripción e introducción. La gramática franciscana es el arte de leer el mundo, la naturaleza, el otro, nosotros mismos y también Dios desde la lógica de la bondad. Tal gramática, por lo tanto, hunde sus raíces y se alimenta del primado del Bien, sinónimo de lo que no es previsible, deducible, calculable, porque el bien, si es tal, es gratuito, es decir, inmerecido. Algo no es concedido,y no por nuestra moral, nuestros méritos o nuestro comportamiento, sino porque tal donación proviene de la lógica del Amante, de un Dios que ama sin medida y sin discriminaciones y se hace cargo de sus criaturas, aún de las más sencillas y pequeñas.

1.2) No se trata de sentimentalismo ni de romanticismos edulcorados hollywoodianos sino de una lógica relacional que da espacio a la alteridad, respeta, acoje y promuove la diferencia. Se trata de una gramática que abre el horizonte del hombre postmoderno, hoy día demasiado encerrado en sí mismo, atento solamente a sus intereses plasmados, frecuente y espasmódicamente, por la "dictadura de la publicidad" y sustentados por una libertad siempre más arbitraria y caprichosa. Es la libertad del hombre de la postmodernidad, que considera el "yo" sacrosanto y los otros meros instrumentos o apéndices de sus proyectos demasiado autocéntricos.

2) La gramática franciscana cualifica y sella en modo indeleble el nuestro discurso, el nuestro "decir" y "ver" el mundo, plasma la nuestra clave teórica y comportamental para habitar el mundo de modo que sea posible crear y alargar espacios de convivencia con el otro en cuanto tal o sea, no sólo con el otro en cuanto "alter ego" sino en cuanto es un "yo" otro, diverso, diferente, de este "yo" mío. La gramática franciscana nos enseña a leer la diferencia para no fagocitarla u homologarla, creando así espacios más humanos y humanizantes en los cuales no se imponga el primado del yo, faraónico o despótico, ni tampoco indiferente y distante.

3) La conjugación de Bondad y Verdad es la intuición fundamental que está en el origen de la gramática franciscana, de modo que la Bondad no prescinda de la verdad, pues se caería en un sentimentalismo ineficáz y delirante, ni tampoco la Verdad prescinda o deje de lado la Bondad. En este último caso se caería, como ha ocurrido durante los siglos pasados, en la dictadura de una Razón despótica que, sin piedad ninguna, deja de lado lo que no puede matematizar y lo que no está en sintonía con sus pretensiones e intereses.

4) Si la Bondad se identifica con la Ternura y la Verdad con el Vigor, la gramática franciscana pone la Bondad come alma o motor secreto de la Verdad. Dicho de otro modo, la Ternura sin el Vigor es sólo romanticismo que lleva a la arbitrariedad y, políticamente, a la anarquía. Por su parte el Vigor sin la Ternura es sólo cálculo, distancia fría y especuladora, y lleva, políticamente, a la dictadura y a la ausencia de misericordia. En fin, la gramática franciscana conjuga el Vigor y la Ternura de modo que la libertad adquiera el rostro de un Vigor "ternurizado" y de una Ternura vigorizada. No es otro, dicho sintéticamente, el motivo de la admiración y el respeto que despierta en todos los hombres, creyentes o no, el rostro humano de Francisco de Asís. No la Bondad sin la Verdad o ésta sin aquélla, más bien una en la otra, subrayando que la Bondad es el alma de la Verdad y no viceversa.

5) La Bondad no es sólo la respuesta al mal sino que es, como decía el filósofo francés P. Ricoeur, la respuesta al absurdo, a la pérdida de sentido. Y bien, este primado de la Bondad que, repetimos, no se da sin o contra la Verdad, sino más bien como el espíritu que la alimenta, es el fundamento de la gramática franciscana y será, expresado en tantas maneras, tocando diferentes temas y problemáticas de carácter filosófico, antropológico, ético, estético, como así también del orden teológico, artístico, poético o literario, el horizonte o campo visual en el cual se presentarán las reflexiones, pensamientos o sugerencias de este Blog.

Conclusión. La gramática franciscana abre el espacio de la lógica de la gratuidad. Es un territorio nuevo, "otro", en el cual la racionalidad instrumental y matematizante, matríz de la cultura occidental que nos ha llevado, sin solución de continuidad, a los holocáustos y a los genocidios que han marcado sobre todo el siglo próximo pasado, es llamada a asumir un perfil diverso. Dicho con otras palabras, está llamada a evitar el riesgo de cancelar la diferencia, la diversidad, a no dejarse tentar por la tecnolatría, a poner límites a la patología de adueñarse y depredar la "madre tierra". La gramática franciscana abre el horizonte de lo que está más allá de la verdad y se expande en la lógica de la gratuidad o donación sin discriminación y sin medida.

La gramática franciscana permite al "yo" de narrar-se diversamente, de decir-se en modo nuevo, de articular la identidad como libertad que se realiza en el servicio y en la promoción del otro, más allá de la reciprocidad sin pensar en compensaciones a corto o a largo plazo. No se trata de practicar la beneficiencia, sino, de "ejercitar la prójimidad", lógica que ennoblece porque el "yo" únicamente puede ser tal y edificar un rostro humano, dando y dando-se, sin especular con la respuesta, sin detenerse a calcular el rembolso.

La gramática franciscana recupera y propone para el hombre postmoderno la gramática que articula y substancia la lógica del Amante, es decir, del Dios de Francisco de Asís, que da sí mismo a todos, sin medida y sin pedir retribución ni aplausos. Es una gramática exigente obviamente, pero quizás sea la única posibilidad para no desdibujar o cancelar la auténtica vocación humana, siempre más sometida a la lógica despótica, narcisística o indiferente que parece caracterizar espasmódicamente el hombre postmoderno.

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